117 . RITUALES PARA PERDONAR A OTRA PERSONA

 RITUALES PARA PERDONAR A OTRA PERSONA

Técnicas Prácticas para ofrecer el Perdón
Los terapeutas especializados en la sanación emocional, saben muy bien que el perdón es un proceso paulatino. A veces llega de forma rápida, pero en otras circunstancias necesitamos prepararnos para lograrlo.
Si estás intentando perdonar a una persona pero necesitas más tiempo, aquí tienes varios ejercicios que te ayudarán a sintonizar con la energía del perdón. Practicarlos te ayudará a engrasar tus sentidos y hará que te sientas predispuesto.
LA CARTA LIBERADORA
Que se disuelve en el Agua
Una forma de empezar a conectar con el perdón (sin sentirte obligado a dialogar con la persona) consiste en escribir “La Carta Liberadora”. Esta carta no es para enviarla a la persona sino para que centrar tu mente en la posibilidad del perdón. Escribir una carta liberadora es una buena forma de vaciar tus emociones y encontrar la paz. Te ayuda a expresar lo que sientes y encauza tu energía sin dañar a nadie.
Tiempo adecuado: en cualquier momento
Duración: el tiempo que sea necesario
Elementos Necesarios:
La Carta Sanadora
Un Bol grande con agua
Frutos de Escaramujo
Raíz de Regaliz
Hojas de Olivo
Sal
Procedimiento:
1. Busca un papel y un bolígrafo y empieza a escribir tu carta. Si prefieres hacerlo en el ordenador también es válido así. Anota en primer lugar la fecha en la que te encuentras y a continuación el nombre de la persona que te ofendió. Empieza a escribir y cuenta tu historia. Escribe lo que ocurrió, cómo te sentiste, el dolor que sufriste y los detalles que consideres importantes.
2. Cuando hayas contado el problema, enfoca la carta en la energía del perdón. Si notas resistencias, añade frases que motiven tu acción. Por ejemplo:
A pesar de lo ocurrido, te perdono.
A pesar del sufrimiento que he vivido, te concedo el perdón.
Te perdono porque quiero ser feliz.
Te perdono porque sé que no eres perfecto.
Te perdono porque a pesar de tu acción, veo luz en ti.
Te perdono porque quiero disolver el vínculo tóxico que tengo contigo.
Te perdono porque todos merecemos otra oportunidad.
Etc.
3. Cuando tengas la carta escrita, guárdala en tu agenda (o donde lo sientas correcto). Vuelve a leerla cuando pasen varios días y te hayas olvidado un poco del asunto. Si necesitas volver a escribirla o añadir más detalles, hazlo.
4. Cuando te sientas preparado imprime la carta y ponla en tu altar. Coloca el bol sobre el Pentáculo y añade unas pizcas de sal. Toma la carta, dóblala y sumérgela en el agua totalmente (no importa si flota o algún pico sobresale). Ahora coge frutos de Escaramujo, Raíz de Regaliz y las hojas de Olivo. Echa un puñadito de cada una en el agua. Deja que las hierbas floten como quieran. Esta combinación de plantas ayuda a elevar tus sentimientos, purifica tu corazón y ayuda a encontrar la paz. También aporta energía positiva la situación, de modo que propiciará el ambiente.
5. Relájate y practica “El Ejercicio de Enraizamiento”.
6. Enciende la vela negra y afirma:
Hágase la Luz en este altar
7. Enciende la vela blanca y di:
Que la Luz sea
8. Enciende la vela roja y el incienso.
9. Relájate y recita una oración que invoque la Ley del Perdón.
Oh Antigua Madre
Señora de las Aguas
Yo invoco ahora tu asistencia bienhechora
Para que me impregnes con la energía sanadora del perdón
Eleva mi corazón a tu presencia oh Señora
Para que mi espíritu vuelva a ser libre
Yemayá, Afrodita, Isis, María
Señora de los mil nombres
Que la sanación se produzca en mi interior
Y que todos los seres encuentren la Paz
Sin daño alguno y por el bien común
Que así sea
10. Lee la carta ante el altar. Hazlo despacio, sin dejarte llevar por las emociones dolorosas. Cuando termines de leerla afirma:
Yo invoco ahora la Ley del Perdón
Para que el Amor del Cielo fluya sobre mí
Que la Luz del Espíritu tome presencia
Y restaure la Paz en mi templo
11. Cierra los ojos y eleva tu energía positiva. Imagina que una luz blanca y sanadora brilla en tu corazón. Esa luz es la presencia de tu alma. Ella puede ofrecer el perdón a la persona y disolver cualquier rencor que sientas. Cuando sientas que estás conectado a tu propia luz, afirma:
Yo Soy el Perdón aquí actuando
Arrojando las dudas y los temores
La Victoria Cósmica despliega sus alas
Liberando por siempre a todos los hombres
Yo Soy el que invoca con pleno en todo momento la Ley del Perdón
A toda la vida y a todo lugar, inundo la gracia del perdón
(9 veces)
12. Ahora que estás vibrando en la energía del perdón, es el momento de enfocar tu intención en la persona. Pon tus manos sobre el cuenco con agua. Di el nombre de la persona tres veces seguidas y afirma:
Te concedo el Perdón
Para liberar el corazón del dolor
Te concedo el Perdón
Para que nuestra alma vuelva a ser Libre
Te concedo el Perdón
Para que cesen todos los tormentos
Te concedo el Perdón
Para que la Paz gobierne nuestras Vidas
Te concedo el Perdón
Para que la Felicidad se haga presente
Te concedo el Perdón
Para que nuestro corazón sienta el Amor
Te concedo el Perdón
Para que nuestro vínculo sea purificado
Te concedo el Perdón
Para que la luz divina nos guíe
Te concedo el Perdón
En el nombre de la Diosa
Te concedo el Perdón
En el nombre del Dios
Te concedo el Perdón
En el nombre del Espíritu
Te concedo el perdón
En el nombre del Amor
(Nombre de la persona)
Te Perdono
Te Perdono
Te Perdono
(3 veces)
Que la Paz gobierne tu vida
Y que la Luz rija tu destino
Que así sea, que así se cumpla
¡Hecho está!
13. Visualiza que la luz de tu alma brilla y se afianza en tu corazón. Siente que todo tu ser sintoniza con la energía del perdón que estás ofreciendo. Si tu capacidad de visualización es buena, visualiza luz rosa con toques violetas saliendo de tu cuerpo y llenando el cuenco y la carta. Esta energía es la que procede de tu alma y sale por tus manos ofreciendo el perdón. Cuando sientas que la visualización se esfuma, respira profundamente y deja que la sensación se desvanezca.
14. Apaga las velas y deja consumir el incienso.
El ritual ha terminado.
¿Te ha resultado difícil?
¿Has sentido la energía de tu corazón fluyendo con el poder del perdón?
Lo más acertado para que este ritual funcione es repetirlo durante varios días seguidos (hasta que notes que el perdón fluye por ti). Si guardaste rencor durante años a una persona, quizás no te resulte fácil perdonarla a la primera y necesites familiarizarte con la energía antes de sentirlo de verdad. Si las primeras veces no sientes nada, no desesperes, sigue practicando hasta que consigas la paz y puedas ofrecerlo de verdad.
Algunas personas practican este ritual cuando se sienten removidas por los hechos del pasado. Si notas que tu memoria te trae a la luz el sufrimiento del pasado, no permitas que el dolor te controle. Repite las oraciones para equilibrarte de nuevo y conéctate con tu “Yo Sabio”
Cuando termines el ritual saca la carta del cuenco y reserva. Arroja el agua al fregadero y las hierbas a la basura. Toma la carta (mojada) y acude a un lugar donde fluya el agua. Puede ser un río, el mar o una acequia. Cuando estés allí rompe la carta en varios trozos y arrójala al agua parara termine el trabajo. Con el tiempo la carta se disolverá y esto hará que tu situación emocional mejore.
Te diré, que este ritual es especialmente efectivo cuando tomas en serio el bienestar de tu estanque. El secreto para perdonar está en comprender que ésa energía divina ya fluye por ti, y si dejas de retenerla, podrás ofrecer el perdón.
“Durante seis meses estuve sin hablar con mi padre. Me enfadé con él porque me dio una bofetada cuando era adolescente. En aquella época yo salía con un chico del pueblo. Los dos teníamos la misma edad y éramos novios oficialmente. El problema vino cuando mi cuñada le dijo a mi padre que estábamos haciendo cosas deshonestas delante de la gente.
Cuando le dijo esto, mi padre vino a buscarme al pub donde estábamos y sin darme ninguna explicación me dio una bofetada. Yo me quedé sin palabras, pues no sabía qué estaba pasando. Él me dijo que me fuera a casa y que allí hablaríamos. Al hacer esto me puse a llorar y se lo conté a mi madre. Ella intentó poner paz en la situación pero no pudo sanar mi dolor. Cuando le dije a mi padre que no estaba haciendo nada malo, ni si quiera me escuchó. Tampoco me pidió disculpas. Era muy orgulloso y no sabía cómo reconocer su error.
Días después me enteré de que la novia de mi hermano fue la causante del problema. Le había contado a mi padre cosas que no eran ciertas. No sé porqué lo hizo, pero creo que fue por celos. Cuando pasó esto me sentí totalmente herida, vulnerable, humillada y maltratada. Se había cometido una injusticia enorme y mi corazón estaba lleno de dolor y rabia. Con forme pasaron los meses, seguí con mi vida pero dejé de hablar con mi padre. Sólo contestaba a sus preguntas de forma fugaz, pues no quería ni verlo. Él se dio cuenta de que yo estaba herida y que no lo perdonaba. A pesar de todo, tampoco me pidió perdón ni se disculpó. Eso hizo que me alejará aun más de él, pues yo sentía que me había humillado.
En mi interior ardía una furia rabiosa que reclamaba justicia. ¿Cómo podía haberme hecho esto? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué quería demostrar? Yo sabía que había sido mi cuñada la causante, pero aun así no podía disculpar a mi padre. Cuando pasaron los meses me sentí más tranquila, pero el dolor seguía vivo en mi corazón. Para sanarme hablé con mi hermano, pero se puso de parte de su novia. Al ver que no tenía apoyo, dejé de mostrarme cariñosa con mis padres y hermanos. La joven alegre y divertida ya no estaba en mí. En casa no mostraba ni alegría ni felicidad porque quería castigarlos a todos. No se merecían mi cariño, así que dejé de ofrecérselo. En mi interior esperaba una respuesta, una disculpa, algo… pero al no recibir nada decidí centrarme en mis estudios. Sólo quería terminar mi carrera y marcharme de casa.
Cuando pasaron los meses me di cuenta que ésa actitud me dañaba más que otra cosa, pues en realidad ésa no era yo. No quería ser así, pero mi dolor me impedía perdonar. Parecía que nadie notaba mi dolor y eso me ponía muy triste. Es como si a nadie le importara lo ocurrido. Mi madre notaba que ya no era la misma, pero tampoco sabía muy bien cómo reaccionar.
Cuando pasaron varios meses observé que mi padre estaba muy triste. Se notaba callado y cuando lo miraba en silencio bajaba la cabeza. Se sentía culpable porque sabía que había metido la pata. Intentaba darme conversación y acercarse a mí, pero yo lo ignoraba. Unos días después compró unos cuadros para la casa y otro para mí. Delante de todos dijo que el cuadro de flores era para mí -si lo quería-. Él sabía que a mí me gustaba ése cuadro porque lo habíamos visto varias veces en la tienda.
Unos días después sentí que algo cambió en mi mente y entendí que se arrepentía de lo que había hecho. Aunque no decía nada, su comportamiento me ayudó a percibirlo. A pesar de lo que hizo, decidí perdonar a mi padre. Empezaba a darme pena y en mi interior sentía que todavía lo amaba. Lo perdoné desde mi interior no porque tuviera razón, sino porque mantenerme en ése estado ya no me hacía bien.
Para sanarme escribí la carta liberadora y la guardé en mi ordenador portátil. Le puse una contraseña de seguridad para que nadie pudiera abrir el documento. La primera carta parecía una maldición más que una carta de perdón. En ella escribí lo mal que me sentí. Lo dolida, agredida y humillada que fui. Cuando la leí, la furia se avivó de nuevo en mi interior. Aunque lo que sentía era muy cierto, leer mi escrito no me acercaba a mi padre, de modo que seguí escribiendo.
En la segunda carta empecé a centrarme en lo que esperaba de él y mis emociones se notaban más suaves. Centrarme en lo que hubiera estado bien me alivió un poco, pero todavía se notaba tristeza. Días después volví a escribir otra carta y enfoqué el texto en emociones sanadoras. Ya no sentía tanto malestar y pude centrarme en la sanación. Durante ése mes me había centrado en mis estudios y eso me ayudó a olvidarme un poco del tema. A estas alturas ya me había dado cuenta que escribir la carta me ayudaba a soltar ésas emociones dolorosas. Las cartas me servían de terapia, y hacerlo me permitía descargar mi corazón.
A pesar de lo ocurrido yo quería ser feliz, estar bien con mi familia y volver a sentirme amada. Unas semanas después llego la Navidad. Mi madre organizó una cena familiar y todos nos juntamos de nuevo. Por la tarde compré un regalo a mis padres y después de cenar se los entregué, dándoles un beso en la mejilla. Mi madre se quedó mirándome y respiro aliviada. En ése momento mi padre me abrazó. Sé que ésa fue su manera de pedir perdón porque lo noté emocionado. Aunque no sabía expresarse en palabras, sus gestos lo decían todo. Acepté su “perdón silencioso” y nuestra relación mejoró.
La experiencia me demostró que perdonar es sano, aunque también me enseñó que no todo el mundo sabe expresar sus emociones en palabras. Aunque yo tenía razones para no perdonarlo, me di cuenta que mi interior sí quería hacerlo. Así que dejé mi orgullo y dolor y decidí perdonar. Al principio me costó porque mi razón me decía que no se lo merecía. Pero mi corazón decía que sí.
-Caso real modificado para mantener el anonimato-
Perdonar es una decisión del corazón y del alma. Es una energía que llega desde lo más profundo de tu ser. No puedes perdonar a nadie desde tu mente porque la mente es lógica, dual, separadora, justiciera. Para ella no hay razones emocionales que justifiquen tu perdón, pero el corazón sí que puede ofrecerlo.
La única forma que conozco para perdonar a los demás, consiste en conectar de nuevo con tu alma y dejar que ella se exprese. En este caso vemos cómo la chica decidió perdonar porque se dio cuenta que todavía amaba a su padre. A pesar de lo ocurrido ella decidió sanar su interior, perdonarlo y seguir con su vida.
El perdón es una elección, una actitud, un proceso y una forma de vida. Para sentirlo y ofrecerlo de verdad, necesitamos encontrar la paz, sanar las heridas y apostar por la evolución espiritual. No puedes ofrecer el perdón desde el ego, porque entonces no lo estás ofreciendo. Antes de hacerlo necesitas calmarte, elevar tu interior y buscar razones de peso para entregarlo. Cuando lo consigues, aligeras tu carga interior, la paz se instala en tu mente y tu corazón se siente aliviado.
ENCUENTRA RAZONES PARA PERDONAR
Y ánclate a ellas para poder ofrecerlo
Un ejercicio puedes hacer para mantener la energía del perdón, consiste en redactar veinte razones que te animen a perdonar. Si llevas a cabo una investigación rápida por Internet y buscas páginas de neurociencia y psicología, descubrirás que tanto la ciencia como la medicina recomiendan el perdón como terapia curativa del cuerpo, la mente y el alma. Haciendo un repaso a los beneficios que nos otorga el perdón, en el año 2018 hice esta lista para recordar su importancia.
25 RAZONES PARA PERDONAR
1. Porque calma la mente.
2. Porque disipa el ego.
3. Porque sana el corazón.
4. Porque ofrecerlo da paz.
5. Porque me conecta con mi “Yo Sabio”.
6. Porque me hace más feliz.
7. Porque sentirlo me acerca al cielo.
8. Porque aleja enfermedades mentales.
9. Porque mejora las relaciones.
10. Porque te acerca a las personas.
11. Porque te hace entender que nadie es perfecto.
12. Porque te hace más humano.
13. Porque vivir en el rencor no te permite disfrutar de la vida.
14. Porque disuelve vínculos kármicos negativos.
15. Porque hacerlo te libra del rencor.
16. Porque te deja ver la vida en positivo, con esperanza.
17. Porque te hace vivir en el presente.
18. Porque te ayuda a soltar el dolor que guardas en tu estanque.
19. Porque te ofrece nuevas oportunidades de aprendizaje.
20. Porque cierras ésa etapa dolorosa y renaces.
21. Porque hacerlo te ayuda a dejar el orgullo.
22. Porque mejora tu salud física (tu corazón, piel, pulmones, células).
23. Porque te ayuda a tener control sobre ti mismo.
24. Porque cuando lo ofreces, también te lo ofrecen a ti.
25. Porque ofrecerlo eleva tu alma.
Cada una de estas razones debería ser suficiente para apostar por el perdón, y repasarlas me ayuda a recodar su enseñanza. Cada vez que reviso esta lista y medito con ella, una sonrisa se dibuja en mi rostro por la felicidad que me produce. Sé, que no siempre es fácil perdonar -sobre todo cuando estás muy herido- pero cuando lo logras y repasas la lista, te das cuenta que el perdón es divino.
Cuando siento necesidad de conectar con esta energía sanadora, imprimo la lista, la coloco en mi altar y la rodeo de símbolos pacíficos. A veces incluyo unas ramas de Olivo, pétalos de Rosas y granos de Mirra. Otras veces incluyo minerales sanadores como el Cuarzo Rosa, la Rodonita o el Jade. Cuando estoy predispuesto a sintonizar, enciendo las velas y el incienso y me alineo a la energía del perdón. Recito la lista y al terminar me doy cuenta que mi alma ha trascendido sobremanera. Si te apetece hacer esto puedes intentarlo en tu altar. Puedes escribir tu propia lista, ponerla en tu altar y leerla cuando lo sientas necesario. Quizás descubras que perdonar depende de ti y si eres valiente para hacerlo tu estanque lucirá mucho más claro.
LA MEDITACIÓN DEL PERDÓN
La Rama de Olivo
Otra forma de sintonizarte con el perdón y sentir su energía, consiste en practicar una meditación que te ayude a canalizar ésa virtud. Si en lugar del ritual anterior prefieres hacer una meditación que te ayude a trabajar desde tu psique, aquí tienes una secuencia que te predispondrá a perdonar.
1. Ponte en un lugar cómodo y relájate. Inspira profundamente hasta que te sientas relajado.
2. Cuando estés sereno pon tu mano en el corazón y susurra las siguientes palabras:
Yo Soy Perdón
Me conecto con el Perdón
Me alineo con el Perdón
Vibro en el Perdón
Mi alma, mi esencia y mi sangre
Sienten la energía del Perdón
(3 veces)
3. A continuación, empieza a susurrar las siguientes palabras:
Te perdono
Te perdono
Te perdono
4. Repite estas palabras a modo de mantra. Si te cuesta hacerlo no pienses con tu “Yo Lógico”. Piensa con tu “Yo Sabio” y deja que ésa parte de ti controle el ejercicio.
¿Cómo suenan las palabras?
¿Suenan bien?
¿Te dan sensación de calma?
Si sientes que bajas la vibración o pierdes la conexión, vuelve a repetir la alineación anterior:
Yo Soy Perdón
Me conecto con el Perdón
Me alineo con el Perdón
Vibro en el Perdón
Mi alma, mi esencia y mi sangre
Sienten la energía del Perdón
(3 veces)
5. Ahora que estás conectado piensa en la persona que te hirió y susurra su nombre. Hazlo sin darle ningún tono extraño. Simplemente di su nombre como si estuvieras llamándolo y afirma:
Te perdono
Te perdono
Te perdono
Te ofrezco el perdón
Te doy mi perdón
Te concedo mi perdón
Mantente conectado a tu “Yo Sabio” y deja que la energía positiva salga de ti. Si puedes decir estas palabras en voz alta sin sentirte dolido ni inferior, significa que tu conciencia se está acercando a la vibración del perdón. Imagínate ahora que tienes la persona delante de ti. Mírala a los ojos y siente que la persona te devuelve su mirada. La persona está serena, tranquila, observando lo que haces. Afirma:
Te perdono
Te perdono
Te perdono
Te ofrezco el perdón
Te doy mi perdón
Te concedo mi perdón
6. Imagina que la persona capta tu energía y se siente feliz. Ahora ella respira profundamente y se siente más ligera. Al concederle el perdón se siente en paz –sin deudas contigo-. El hecho de concederle tu perdón ha hecho que la energía se transforme, volviéndose más armoniosa.
7. Imagina ahora que te acercas a la persona. En tu mano llevas una rama de Olivo. Esta rama representa la paz que deseas sellar con la persona. Imagina que le entregas la rama y la persona la toma en las manos. Visualiza que sonríe y su rostro se ilumina. La luz procedente de tu alma (representada por la rama) está iluminando el vínculo tóxico que tenías con ella.
8. Respira profundamente y vuelve a centrarte en ti. Pon tu mano en el corazón y siéntete feliz por lo que has hecho. Afirma:
Yo Soy Perdón
Me conecto con el Perdón
Me alineo con el Perdón
Vibro en el Perdón
Mi alma, mi esencia y mi sangre
Sienten la energía del Perdón
La meditación ha terminado.
Esta visualización la puedes usar para sanar la relación con cualquier persona. Te animo a practicarla con frecuencia pues su repetición te ayudará a cultivar el perdón. Si lo haces durante siete días seguidos, verás que tu energía mejora. El hecho de sintonizarte, visualizar a la persona, entregarle la rama y sentir que todo está bien, hace que tu consciencia se familiarice con el perdón. Te prepara a ello y esa predisposición es necesaria para ofrecerlo de verdad.
La última vez que practiqué este ejercicio fue para perdonar a una mujer que intentó desprestigiarme en las redes sociales. Al hacerlo me di cuenta que todavía no estaba sanado del dolor, de modo que primero hice el ritual de sanación emocional. Tiempo después, cuando ya me sentía mejor, practiqué la meditación y me di cuenta que no sentía tanto dolor ni rencor en mi interior. Pensando en solucionar el problema decidí perdonarla y repetí el ejercicio durante toda la semana.
El primer día pude visualizar a la mujer delante de mí. Pude alinearme con la energía del perdón y le entregué la rama de Olivo. Vi que la aceptaba, pero al mismo tiempo sentí que la persona ya no era la misma. Su actitud había cambiado a mejor. Ya no se portaba mal ni intentaba desprestigiar a cualquiera que no pensara como ella.
El segundo día fue similar. No tuve ninguna sensación de rencor y todo fue bien. Pero al tercer día me di cuenta que en realidad ella no tenía tanto poder como yo pensaba. Al recordar lo ocurrido me di cuenta que yo mismo le había dado más poder del que realmente tenía. De manera inconsciente había alimentado aquel suceso y de alguna manera se quedó grabado en mi inconsciente. El hecho de hacer la meditación me hizo ver que en realidad, el problema no era para tanto. De hecho, aquella experiencia también me enseñó mucho.
Cuando terminé la semana me sentí más sereno. Sentí que el vínculo tóxico que había creado con ella, desapareció por completo. Ya no existía en mi mente ni tenía poder en mi interior. La prueba era que podía hablar de lo ocurrido sin enfadarme y sacar conclusiones positivas. Al conectarme a mi “Yo Sabio” y hacer el trabajo desde la calma, pude disolver mi malestar, transformar el recuerdo doloroso y ofrecer el perdón de forma sincera. Di las gracias por aquella experiencia y continué feliz con mi vida.
LA CONVERSACIÓN DIRECTA
Que busca sellar la Paz
Cuando estés sanado y hayas perdonado, quizás quieras acercarte a la persona para hablar del asunto y hacerle entender que no le guardas rencor. Si esto lo haces en el momento adecuado y la persona está receptiva, quizás la sanación se produzca más rápido de lo que piensas. A menudo tendemos a postergar conversaciones con la persona que nos hirió, porque el dolor que sentimos nos lo impide. Y esto, en lugar de acelerar la sanación, agranda más la herida.
Conozco a muchas personas que al ser víctimas de ataques, agresiones o difamaciones, sufrieron el dolor en silencio durante años. Al sentirse dañadas se cerraron en banda y evitaron hablar del asunto. Con los años, la herida se hizo más grande y en vez de sanar, alargaron el sufrimiento más de la cuenta.
Para perdonar a alguien no hace falta decirle en voz alta “Te perdono”. Puedes ofrecer el perdón de manera simbólica o a través de gestos que lo expresen. Muchas personas no saben perdonar de forma verbal y se expresan de otra manera para comunicar que no guardan rencor. Una vez vi una discusión de dos hombres en la puerta del banco. Estaban hablando sobre negocios y poco a poco la conversación se fue acalorando. Cuando la cosa se calmó, volvieron a hablar y entraron al bar para tomarse unas cervezas. Por lo visto estaban llegando a un acuerdo y al hacerlo decidieron celebrarlo como si nada hubiera ocurrido.
Normalmente los hombres tienen más problemas para disculparse en voz alta que las mujeres, porque ellas son más comunicativas. Si un hombre quiere perdonar a otro, quizás lo haga invitándole a una cerveza, hablando de futbol o haciendo como si nada hubiera ocurrido. Esto ocurre mucho en el ámbito social y a veces es la forma de expresar sus disculpas. Cuando regenté mi bar observé muy bien cómo se relacionaban las personas entre ellas y comprobé que las mujeres son más comunicativas que los hombres. Ellas saben expresar sus sentimientos de manera natural, en cambio los hombres tienen más resistencias.
Con esto quiero decirte que puedes ofrecer tu perdón de diversas formas:
 Si quieres perdonar a tu madre por algo que te hizo, puedes regalarles flores como símbolo de paz. También puedes darle un abrazo con cariño o simplemente decirte “Te quiero”. Aunque no digas nada más, si ella está receptiva, entenderá tu mensaje y podrás disolver el problema.
 Si quieres perdonar a tu jefe porque te contestó mal, puedes hacer algo para agradarlo y tenerlo contento. Puedes hablar bien de él cuando sepas que te escucha o decir algo que le dé autoridad. A los jefes les encanta que los elogien por su esfuerzo, sobre todo cuando son muy disciplinados.
 Si quieres perdonar a tu marido después de su error, puedes hacerle la comida que más le gusta, sacar unas entradas del partido, o comprarle algo especial. Aunque no digas nada, seguro que capta el mensaje y comprende que lo has perdonado. También puedes arreglar su ropa para que vea que sigues ahí, a pesar de todo lo ocurrido.
 Si quieres perdonar a tu hijo por portarse mal, puedes acercarte y abrazarle como no hubiera pasado nada Si baja la cabeza y comprende, tal vez decida portarse bien. El perdón es muy sanador en los adolescentes y ayuda a que corrijan sus acciones.
 Y si quieres perdonar a alguien en la distancia puedes enviarle un mensaje a sus redes sociales, felicitarse por su cumpleaños o dejarle un comentario positivo en sus post. Si lo ve y sabe que eres tú, entenderá que lo has perdonado y quizás se comunique contigo.
Cualquier forma de comunicación que expresa tu intención puede ayudarte a arreglar las cosas. Pero como no todas las personas captan el mensaje a la primera, conviene acompañarlo con algunas palabras que especifiquen tu perdón. Tanto si abrazas a tu madre como si ofreces regalos o envías felicitaciones, comunicarte abiertamente puede ser decisivo. Algunas personas necesitan escuchar la palabra “Te perdono” para entender que lo haces realmente, de modo que no olvides decirlo de alguna manera. Si no te gusta decir “Te perdono”, puedes usar otras palabras que signifiquen lo mismo:
No te guardo rencor.
Me alegra saber de ti.
Me alegro que volvamos a hablar.
En el pasado tuvimos algún desencuentro, pero quiero que estemos bien.
Espero que todo te vaya bien.
Etc.
Las palabras tienen mucho poder y si las usas correctamente puedes solucionar el problema de forma directa. A veces hablar sobre lo ocurrido es suficiente para sentirnos mejor y empezar a ver la luz en nuestro corazón. Si dejas que la persona hable, tal vez descubras su versión, conozcas su estado interno y comprendas porqué actuó así.
Sabio y Bendito seas
El Brujo Shiva