8. LOS 4 ELEMENTOS

8. LOS CUATRO ELEMENTOS
Las Fuerzas de la Naturaleza Manifestadas
En el arte mágico las Fuerzas de la Naturaleza están representadas por los cuatro elementos clásicos. Estos elementos son la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego. Las culturas antiguas (tanto orientales como occidentales) utilizaban el sistema de los cuatro elementos para representar las fuerzas vitales y comprender la Naturaleza. Hoy en día todavía se utiliza este sistema en las filosofías mágicas debido a su eficacia.
La presencia de los cuatro elementos resulta imprescindible para mantener el equilibrio natural. Gracias a ellos nuestro ecosistema planetario se mantiene en orden. Relacionándose entre sí, los cuatro elementos forman una cadena de conexión e interdependencia constituyendo la base de nuestra comunidad biológica.
Teniendo en cuenta que todo ser vivo necesita aire para respirar, agua para beber, tierra o alimentos para comer y una fuente de energía solar para desarrollarse, resulta comprensible comprender su importancia. Nuestras vidas tienen lugar gracias al delicado equilibrio de estos elementos. Sin ellos no podríamos estar vivos, y es por esto que a menudo son llamamos los “Pilares del Universo”, ya que son los encargados de dar forma a la Naturaleza.
Los sabios del pasado los descubrieron a través de la observación constante y aprendieron a conectar con su poder.
La palabra “elemento” define el estado de la materia tal como se conoció en el mundo antiguo, -esto es sin tener en cuenta su número atómico-.
A través de los cuatro elementos podemos reconocer las Fuerzas Naturales y desarrollar una conexión psíco-espiritual que nos permita trascender nuestra consciencia. Cuando conectamos con ellos y lo hacemos de forma consciente, estamos abriendo nuestra mente al mundo exterior y nos vinculamos desde el interior a su energía. También estamos aceptando que existen fuerzas superiores a las nuestras y reconociendo su poder.
¿Pero de donde viene la idea?
¿Por qué es tan importante la presencia de los cuatro elementos?
La teoría de los cuatro elementos, tal como se enseña en la corriente mágica, tiene su origen oficial en la filosofía presocrática. Si estudiamos a los grandes sabios griegos encontraremos distintas observaciones dignas de nombrar. Los griegos más notables intuyeron que el origen de la vida debía de estar en la propia Naturaleza. Observando y analizando el sistema natural, pensaron que la vida debió surgir gracias a uno de estos elementos.
☑️Para Tales de Mileto (c, 624 a. C. 546 a.C.) el principio de la vida estaba en el Agua (pues sin agua no puede haber vida en el Planeta).
☑️Para Anaxímenes (c, 590 a. C. c, 528 a. C.) el principio de la vida era el Aire (la respiración).
☑️Para Heráclito (c, 540 a. C. 480 a. C.) el origen debía estar en el Fuego (la creación).
☑️Para Jenófanes (c, 580 a. C. c, 466 a. C.) la Tierra misma debía ser el principio (la producción).
Cada uno de estos sabios conectó con un elemento básico y explicó sus experiencias personales en base a sus observaciones.
Empédocles de Agrigento (495-444 a.C.) entendió que los cuatro elementos en su conjunto conformaban la Naturaleza. En la obra “Sobre la Naturaleza de los Seres”, (José Barrio Gutierrez. 1964. Buenos Aires) podemos leer:
“Escucha, primero, las cuatro raíces de todas las cosas:
Zeus brillante, Hera portadora de vida; también Aidoneo
Y Nestis, que con sus lágrimas hace brotar la fuente mortal”[1]
Este poema refleja el poder de los cuatro elementos como el origen y causa de todas las cosas. Empédocles le otorga la misma importancia a los cuatro. Ninguno es anterior al otro, ya que para su cosmovisión todo es igual de esencial para vida. En este poema, los nombres asignados a los elementos están vinculados a las deidades griegas. Teniendo en cuenta que su presencia es fundamental para la vida, su concepción original está considerada como “divina”.
Si analizamos las afirmaciones de los sabios, observaremos que cada uno de ellos tenía razón en parte, ya que todos los elementos son imprescindibles para la vida. Analizando sus obras podemos deducir que cada sabio conectóprofundamente con uno en concreto, creyendo que el origen estaba en ése elemento.
Aristóteles[2] (384 a, C – 322 a, C) pensó que aparte de los cuatro elementos terrenales, debía haber otro “elemento superior”, que fuera diferente y eterno. Él pensaba que las estrellas debían estar creadas por otros elementos distintos, no terrales ni corruptibles. A este elemento lo llamó “Eter” (el Quinto Elemento).
La palabra “Éter” proviene del latín “eether” y ésta del griego “aither” que significa “cielo”, “firmamento”, que deriva de la raíz indoeuropea “aydh” que significa “arder” o “fuego” (de las estrellas). Así pues para Aristóteles el fuego de las estrellas era la sustancia brillante que respiraban los Dioses en contraste con el aire pesado de los mortales. El Éter también está identificado en la corriente mágica como “el espacio” o “el vacío”, del que surgen todas las cosas. De modo que el Quinto Elemento sería “lo que sostiene todo”, “lo que alimenta todo” y “lo forma todo”.
La enseñanza de Aristóteles nos dice que más allá de lo que vemos en el Universo, debe existir una “Inteligencia Superior” que completa la teoría sobre el origen del Universo. En sus obras se deja ver que un “elemento inmaterial”ha ser el principio original del mundo. Al no ser un elemento material, la naturaleza de este principio no es física, sino de una fuerza divina llamada “El primer motor inmóvil”. Este motor sería el origen y causa de la creación, y al ser algo superior, no es movido ni está sujeto a ninguna fuerza material.
En nuestra sociedad occidental al “primer motor inmóvil” lo denominamos “Divinidad”, “Inteligencia Superior o “Dios””. Aunque hay que decir que Aristóteles no utilizó el término “Dios”, tal como lo entendemos hoy, pues su misterio sigue siendo insondable. Las brujas y los magos lo llamamos “Éter”, “Quinto Elemento” o “El Alma de la Naturaleza”. Sin embargo el concepto nos invita a desarrollar una visión cosmológica ordenada, la cual tiene un origen superior desconocido.
Actualmente Aristóteles está considerado como el padre de la metafísica. En la Historia Universal (Cantú, Cesare, 1858) afirma que “en primer lugar puso la metafísica o filosofía primera”, dando a entender que antes de la Naturaleza existía una inteligencia superior creadora de todo lo existente.
La doctrina de los cuatro elementos (cinco en realidad) perduró a través de la Edad Media, llegó al Renacimiento, influyó en la cultura Europea y se mantuvo hasta la Era actual. Se dice que fue John Dee (1527-1608) el que inspiró a la corriente mágica del momento para usar el sistema de los cuatro elementos. Sin embargo algunos estudios contemporáneos apuntan a que este sistema era mucho más antiguo.
Estudiando la historia sabemos que los griegos se inspiraron de los egipcios, y estos probablemente por los sumerios. Posiblemente el origen sea ancestral, aunque históricamente es aceptable afirmar que la concepción moderna de los elementos destaca a partir del periodo Helenístico.
A lo largo de los siglos el sistema de los cuatro elementos se ha utilizado para explicar diferentes comportamientos de la Naturaleza y desde entonces han sido objeto de numerosas obras artísticas y filosóficas. La concepción elemental continuó vigente en Europa debido a la visión cosmológica Aristotélica y a la aprobación de la Iglesia Católica, -que apoyaba el pensamiento de la vida terrenal como un estado “imperfecto” y el paraíso como algo “perfecto” y “eterno”-.
La explicación científica de la materia a través del sistema de los elementos se abandonó en los siglos XVI y XVII cuando los nuevos descubrimientos sobre los estados de la materia superaron la idea clásica. Y fue en el siglo XIX cuando los químicos comenzaron a clasificar los elementos de acuerdo a las similitudes entre sus propiedades físicas y químicas. El final de esos estudios generó la Tabla Periódica Moderna tal como la conocemos hoy en día.
La comunidad mágica actual, sigue utilizando el sistema de los cuatro elementos para explicar los patrones de la Naturaleza. Las brujas y los magos contemporáneos los utilizamos como “portales” para trascender nuestra consciencia. No sólo nos sirven para armonizarnos con la Naturaleza, sino que también nos ayudan a conectar con “El Alma del Universo” y sus virtudes.
Si tomo un puñado de tierra, sé (gracias a la ciencia) que su composición molecular contiene diversos elementos químicos que la forman. Es posible que el puñado de tierra también contenga raíces, semillas y otros elementos vivos. Pero si acompaño el acto con una consciencia de asociación positiva, a través de ella atraeré a las energías conceptuales de “estabilidad”, “fertilidad”, “abundancia” y “firmeza”. Esta conexión (física y mental) activará mi relación consciente positiva con la tierra, haciendo que mi mente conecte con la quinta esencia de la tierra o “alma de la tierra”. Y así podré conectarme con estas fuerzas a través de ella y despertar estos conceptos en mi interior.
Si conecto con el elemento agua puesta en un cáliz, la ciencia me enseña que la composición molecular del agua es H20. Sin embargo mi “consciencia de asociación positiva” conectará con la energía “purificante”, “hidratante” y “sanadora”del agua. A través del símbolo, la práctica ritual y la conexión consciente, podemos activar estas energías conceptuales universales y usarlas en nuestra vida. Y así una vela encendida, una copa con agua o un incienso humeante, nos sirven de soporte físico para despertar ése poder y conectar con los conceptos intrínsecos del Universo.
Acercarnos a los cuatro elementos a través de un sistema de conexión consciente, no sólo nos ayuda a comprender el funcionamiento de la Naturaleza en su complejo sistema de energías, sino que también nos permite conectar con el “Espíritu del Universo” (llamado Quinto Elemento).
A lo largo de los siglos los ocultistas han diseñado numerosos vínculos de asociación con los elementos y los han usado con éxito en sus prácticas. A través de la “Ley de Semejanza” (imitación) y la “Ley de Contigüidad” (una parte del todo), se han desarrollado similitudes (o correspondencias) que nos permiten desarrollar sistemas rituales y practicar la magia. Y así, cada elemento natural se corresponde o tiene una asociación con sus virtudes y poderes.
A nivel general te diré que la tierra está vinculada con la estabilidad, la seguridad, la fertilidad, la abundancia y el alimento. El agua está relacionada con la limpieza, la sanación interior, la transformación emocional y la paz. El aire con la ligereza, la elevación, la comunicación y el intelecto. Y el fuego con la pasión, la transformación, la acción y la energía.
Los elementos nos ayudan a despertar el poder que existe en nuestro interior y nos permiten acceder a los depósitos de energía que usamos en nuestras prácticas mágicas. Cuando conectamos con ellos y lo hacemos bajo una consciencia despierta, equilibramos nuestra energía personal armonizándonos con la Naturaleza. El resultado de esta conexión es la trascendencia de la consciencia y una vida armoniosa.
Cualquier aspirante a mago debe conocer la importancia de los cuatro elementos, porque gracias a ellos la vida se mantiene en equilibrio. Trabajar con los elementos es trabajar con la Naturaleza. Es reconocer, conectar y vincularse con ella para llegar al “Quinto Elemento” o “Alma de la Naturaleza”.
Estudiar y trabajar con elementos es una tarea apasionante.
☑️Nos acerca a la Naturaleza.
☑️Nos ayuda a relajarnos.
☑️Nos despierta los sentidos psíquicos.
☑️Nos hace expandir la consciencia de unidad con el entorno.
☑️Nos hace tolerantes y respetuosos con otras formas de vida.
☑️Nos recuerda que nosotros también formamos parte.
☑️Nos acerca al origen de la vida.
Para una bruja o un mago, la Naturaleza es sagrada. Ver sus elementos como los pilares del “Templo de la Vida” es una gran idea. Pues es con los elementos y a través de ellos que podemos atraer la energía natural y usarla en nuestro arte.
Cornelio Agripa (Ocultista alemán del Siglo XIII) afirmaba que el origen y el fundamento de todos los cuerpos, naturalezas, virtudes y obras maravillosas, estaba en los elementos. Él afirmaba:
Aquel que conociese estas cualidades y sus combinaciones, podría realizar actos maravillosos y sorprendentes y será perfecto para la magia”.
A lo largo de nuestra formación vamos a desarrollar numerosos ejercicios, devociones, meditaciones, cánticos, rituales y fórmulas, que nos ayudarán a conectar profundamente con ellos. Cuando los elementos se conjugan correctamente en nuestra vida, la conexión con el Espíritu se produce. No hemos de sorprendernos si al conectar con ellos suceden hechos sorprendentes. Pues será la confirmación de que hemos conectado con su poder.
Sabio y Bendito Seas
El Brujo Shiva
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[1] “El Origen de la Filosofía en Grecia: del pensamiento mítico al pensamiento racional, los presocráticos a Aristóteles”. Enrique Ángel Ramos Jurado.- Ediciones Liceus-2014
[2] Se cuenta que Aristóteles viajó a Atarneo y a Aso (en Asia Menor) donde vivió unos tres años. Estudió el pensamiento mágico-religioso de los sabios en la academia de Hermias, y tiempo después fue tutor de Alejandro Magno durante dos años.