22. EL EJERCICIO DE ENRAIZAMIENTO
Cómo Equilibrar las Energías
Existe una práctica muy popular entre las brujas que sirve para equilibrar las energías. Es una técnica que beneficia tanto a los aspirantes que comienzan, como a los maestros más veteranos. La mayoría de libros de magia natural la recomiendan como punto de partida, ya que su práctica nos ayuda a equilibrar nuestro cuerpo y mente.
El "Ejercicio del "Enraizamiento" es sumamente beneficioso tanto para nuestro desarrollo psíquico, como para el avance espiritual. Los magos de corte pagana lo practicamos antes de celebrar cualquier ritual o ceremonia. También lo practicamos como ejercicio de preparación antes de realizar una sesión de Videncia o Tarot.
El mérito de este ejercicio está en que nos ayuda a encontrar el equilibrio. Hace que encontremos la armonía (interior y exterior) y nos permite expandir la consciencia. Cuando se practica correctamente nos ayuda a mantenernos en perfectas condiciones energéticas, y se convierte en la salvación de muchas caídas. Veamos cómo hacerlo:
El Ejercicio del Enraizamiento (El Árbol Madre)
1. Acude a un lugar natural donde haya un árbol grande y frondoso. Si es un árbol sabio mucho mejor. Cuando lo hayas encontrado, acércate a él desde una postura amistosa. Respira profundamente y salúdalo con tus propias palabras. Toca su tronco con tus manos y siente la rudeza de su corteza. Obsérvalo y fíjate en su anclaje a la Tierra.
2. Pasea a su alrededor unos minutos para percibir su energía. Cuando te hayas familiarizado con él, ponte de espaldas al árbol apoyando tu cuerpo sobre el tronco. Relájate y espera a que tu respiración se normalice.
3. Cuando estés relajado, visualiza que tu cuerpo es “absorbido” lentamente por el árbol. Imagina que tu cuerpo se mimetiza con él formando parte de su ser. Imagina que tus pies se adentran en la Tierra convirtiéndose en raíces. Siente su fuerza y percibe la firmeza que tiene al estar conectado con la Tierra.
4. Continúa con esta visualización sintiendo que tu cuerpo se funde con él. Ahora tus pies son raíces profundas que se adentran en la Tierra, y de ella te alimentas. Sé consciente de que tu cuerpo es el tronco del árbol.
5. Dirige tu atención a las raíces y siente que la Tierra absorbe todas tus preocupaciones mundanas, todos tus dolores y sufrimientos. Siente que te descarga de todo el malestar mental y emocional. La Madre Tierra (como soporte de la vida) recoge todas tus preocupaciones y las dirige hacia el núcleo planetario para transformarlas.
6. Alarga tus raíces buscando el centro del planeta. Siente que se adentran en la profundidad de la Gran Madre. Sé consciente de que al pasar las distintas capas del subsuelo, percibes los restos de otras civilizaciones, huesos y restos de animales. Al percibir estos restos, toma consciencia de que la misma Tierra que tú pisas ahora, estuvo ocupada hace tiempo por otros seres. Son tus antepasados.
7. Continúa extendiendo tus raíces hacia abajo. Siente el calor de la Madre Tierra. Estás llegando al núcleo del planeta. El magma calienta tus raíces, purificando tu ser de toda negatividad y acogiéndote en su origen.
8. Conforme llegas al núcleo planetario, una luz blanca y pura comienza a brillar. Es el Espíritu de la Madre Tierra. Su forma es como una esfera de luz brillante llena de energía. Siente que tus raíces se acercan a esa esfera y se conectan con ella abrazándola.
9. A través de tus raíces siente la energía del planeta. Es pura, hermosa, divina. Siente que su energía comienza a subir hacia ti a través de tus raíces llegando hasta tus pies. La energía entra por las plantas de los pies, sube por tus piernas, muslos, caderas, sexo, torso, pecho, manos, brazos, cuello y cabeza. Recréate en esta visualización sintiendo que absorbes la energía de la Madre Tierra.
10. Cuando te sientas lleno de energía, date cuenta que estás revitalizado con su poder. Te sientes perfectamente bien, igual que un árbol sano y lleno de vida. La sensación es maravillosa. Estás cargado de energía vital. No sientes ningún dolor ni preocupación, puesto que estás en paz y unido con la Madre Tierra.
11. Imagina que el tronco del árbol se eleva y crece. Las ramas van dirigiéndose con fuerza hacia arriba buscando la luz del sol. Siente que las ramas del árbol son tus brazos elevándose hacia el Cielo. Mueve tus brazos para sentir que tus ramas se elevan hacia arriba. Imagina que el sol brilla sobre ti, ofreciéndote su luz, calor, amor y protección. Siente las bendiciones del Padre Sol llegando hasta ti.
12. Toma consciencia de que gracias a la combinación de la Tierra y el Sol, tu árbol -que ahora eres tú-, comienza a florecer. Tus flores son hermosas y representan todos los actos de amor que eres capaz de dar a los demás. Visualiza las flores y siente que amas la vida.
13. A continuación observa que las flores se convierten en frutos. Son grandes y hermosos. Al recibir la energía de la Tierra y al Cielo, tus frutos son abundantes y perfectos. Los frutos son tus obras, tus acciones positivas. Siente que los frutos maduran y caen al suelo, ofreciéndolos generosamente a todos. El árbol se hace grande, tan grande que eres capaz de sentir el Universo.
14. Dirige tu atención al cielo y visualiza el Universo. Sobre ti están las estrellas de la galaxia que te acompañan. Siente que te rodean ofreciéndote su luz y belleza. Las estrellas son los espíritus guías que te asisten a cada hora. Los maestros protectores que te inspiran. Siéntete feliz al verlos a tu alrededor.
15. Ahora estás en armonía con el Universo. Eres feliz de estar unido a todos los elementos de la vida. El Aire sopla suavemente moviendo tus ramas. El Agua nutre tus raíces hidratándote. La Tierra te arraiga y el sol acaricia tus ramas ofreciéndote su bendición.
16. Desde las raíces te has conectado a la Tierra. Y desde las ramas al Cielo. El mundo físico y espiritual están fusionados en ti. Cuando alcances este estado de conexión, respira profundamente y afirma:
Raíces abajo y ramas arriba
Y en el centro el Equilibrio Armónico
17. Siente tu cuerpo lleno de energía y felicidad. Estás perfectamente bien en todos los sentidos. Respira profundamente y abre los ojos.
El Ejercicio ha terminado.
Comienza a practicar este ejercicio para que tus energías personales se equilibren. Practícalo varias veces hasta que lo memorices. Además de servirte como meditación para calmar el estrés, su práctica te ayudará a mantenerte conectado.
Recomendaciones: para que este ejercicio sea eficaz, necesitas practicarlo ante un árbol vivo. Así la conexión te ayudará a percibir las sensaciones de forma directa. Cuando lo hayas practicado varias veces y establezcas el contacto, recordarás lo que se siente y podrás repetir el ejercicio desde tu mente -ante el altar y en cualquier lugar-.
Desde la Experiencia: no te sorprendas si descubres que tu enraizamientocobra vida propia. Cuando lo practicas diariamente te das cuenta de que el ejercicio es diferente. Aunque la estructura del ejercicio es igual, las sensaciones pueden variar. Tal vez un día descubras que las flores de tu árbol son blancas, rosas o amarillas, y a día siguiente (sin saber porqué) cambien de color. Con los frutos ocurre lo mismo. Un día puedes “ver” manzanas, otro, peras y otro grosellas. En realidad no importa porque significa que estás conectando con las energías diversas de la Naturaleza.
Dependiendo de tu estado y de la conexión que establezcas, el ejercicio cambiará. Cuando subas las ramas hacia el cielo también puedes sentir esto. Es posible que un día veas las esferas de luz ofreciéndote mensajes o información importante para ti, y otro no sientas absolutamente nada. La clave está en alcanzar un estado interior de equilibrio y abrir los sentidos para que el ejercicio funcione.
Beneficios: este ejercicio también está diseñado para que puedas conectarte con la pureza original de tu ser. Su práctica diaria te ayuda a limpiar el cuerpo energético de la negatividad y te permite a despertar tu consciencia. También sirve para colocarte en el estado mental necesario antes de practicar cualquier ritual.
A lo largo de nuestras prácticas mágicas recurriremos a él como punto de partida. Será nuestra preparación interior. Cuando comiences a practicarlo, tal vez necesites leer todos los pasos, pero una vez lo memorices te resultará fácil de recordar. Podrás practicarlo ante tu altar (visualizándolo) y recordarás las sensaciones.
Gestos Rituales: si lo deseas puedes acompañar el ejercicio con gestos que enfaticen cada paso. Por ejemplo: cuando estés conectando a Tierra puedes poner tus manos dirigidas hacia abajo para sentir que te adentras en su núcleo. Cuando estés descargando la negatividad puedes hacer gestos de expulsión hacia abajo, para “soltar” lo que te desequilibra. Cuando conectes con el Sol puedes levantar tus manos al cielo. Y al afirmar “Raíces abajo y ramas arriba…” puedes colocar tus manos en el ombligo como punto de equilibro. Estos gestos favorecen la concentración y te permiten expresar cada paso de la meditación.
EL EJERCICIO DEL ENRAIZAMIENTO
-Notas de prácticas realizadas.
“He comenzado a practicar el ejercicio. Para hacerlo he buscado una zona natural cerca de casa. Me he dado cuenta que hay un árbol grande y hermoso en el parque. Es un lugar tranquilo, de modo que nadie me ve mientras lo hago. Los primeros días estuve pensando dónde hacerlo. Inspeccioné el lugar. Estaba nervioso porque no sabía qué iba a pasar. Comencé a familiarizarme con el parque observando las plantas y los arbustos que había. Aunque la zona la conocía, no me había percatado de la vegetación del entorno. Al decidir hacer el ritual comencé a pasear para sentirme seguro con todo el entorno.
El primer día no hice nada, estaba nervioso, de modo que me limité a observar. Al día siguiente volví al mismo sitio. Me sentí más cómodo. Ya no estaba nervioso, y no me sentía inseguro. Analicé la situación y me di cuenta de que el problema para conectar estaba en mi predisposición mental. Nadie me limitaba más que yo mismo con mis prejuicios, de modo que me dejé llevar y comencé el ejercicio.
Me descalcé y comencé a observar el árbol. Al tocar su tronco comprendí que el árbol era un ser vivo. Comprendí que realmente estaba vivo y me sentí culpable. Culpable por usarlos como materia prima. Culpable por no valorarlos debidamente. Culpable por no reparar el daño causado por la deforestación.... Le pedí perdón. Sentí que el árbol me escuchaba. La emoción me hizo comprender porqué este ejercicio era tan recomendado por las brujas.
En este primer contacto la experiencia me hizo ver al árbol de otra forma y algo cambió en mí. Me despedí y volví a casa. A los dos días volví a saludar al mismo árbol. Sentí que estaba reconciliado con él y comencé a practicar la meditación. Me llevé los apuntes para no perderme ningún paso. Al hacerlo sentí que me fusionaba con él, uniéndome a su presencia viva. La primera sensación que tuve fue que me "hundía" levemente en la Tierra. Luego visualicé que el árbol me “absorbía” para formar parte de su naturaleza. Al estar “dentro” de él, sentí que su mundo era un lugar de encuentro entre energías muy diversas.
Comencé a centrar mi atención en el suelo, visualizando que mis pies se convertían en raíces y que se adentraban en la Tierra. Al hacer esto vi que todo era oscuridad, pero no sentí ningún miedo. Continué alargando mis raíces en busca del núcleo de fuego blanco en el origen del Planeta. Al cabo de un rato comencé a ver los restos de los antepasados, huesos y objetos que estuvieron aquí, y que ahora estaban enterrados. Mentalmente saludé a los ancestros, pero no me detuve ahí, continué mi búsqueda hacia abajo. Al poco tiempo comencé a ver ruinas antiguas de otras civilizaciones, pero tampoco me detuve en ellas, sólo observé.
Seguí bajando hacia el núcleo de la Madre Tierra. En seguida comencé a ver una luz brillante al fondo. Seguí bajando y me vi en el interior de una cueva. Dentro de la cueva había una esfera de luz blanca y brillante, inmaculada. Decidí acercar mis raíces y tocar el núcleo de luz con ellas. La esfera de luz era el Espíritu de la Madre Tierra, de modo que no dudé en acercar mis raíces. Al hacerlo sentí que la energía blanca entraba en mi ser. Subía rápidamente por el rizoma del árbol, llegando hasta mi cuerpo físico. La luz subió por mis pies y se extendió hasta mi cabeza. Al permitir que la luz entrara en mi ser, sentí que todo mi cuerpo se llenaba de energía. Me sentí limpio. También sentí que la energía sanaba todas mis emociones y pensamientos, pues me había purificado en el núcleo de la Madre Tierra.
En este momento centré mi atención en alimentar mi árbol con esta energía. Visualicé la energía como la savia de mi árbol. Conforme subía la energía, tuve una sensación de libertad que recorrió todo mi cuerpo. Me sentí realmente vivo y aceptado. No sentí miedo, ni ninguna emoción negativa, al contrario, me sentí amado y bendecido.
De repente visualice el árbol completo, era enorme..! Su tronco era gigantesco, sus ramas fuertes y sus hojas verdes y sanas. Por primera vez vi cómo era el “Árbol de la Vida” y me di cuenta que siempre había estado ahí. Continué con el ejercicio enfocando mi atención en el desarrollo del árbol. Sentí que la savia de luz subía por las ramas y llegaba a las hojas. En este momento sentí que debía mover mis brazos para conectarme con las ramas. Para sentir que era cierto, acaricié con mis dedos mi piel, desde los pies hacia la cabeza. Al hacer esto sentí escalofríos. Me sentí limpio.
En este punto centré mi atención en la copa del árbol y más arriba visualicé un cielo despejado. El sol brillaba sobre mí. Gracias su luz el árbol recibía la energía necesaria para completar el trabajo de la Madre Tierra. El sol ofrecía sus bendiciones, amor, paz, serenidad y justicia. Comprendí que este sol no era un sol normal, pues en realidad el Espíritu del Sol. Al observarlo parecía que era un dios lleno de sabiduría, amor y compasión. Su energía era cálida y bendita. De repente un aro iris se formó en el cielo, derramando sus tonalidades más bellas. Comprendí que esta energía siempre había estado ahí, igual que la Madre Tierra, solo que ahora era consciente de ellas. Al observar el arcoíris, un destello de luz iluminó todo el árbol, colmándome de bendiciones.
Sentí que todas las energías se fusionaban en mi interior. La Madre Tierra me alimentaba y el Padre Sol me bendecía. Yo mismo era una manifestación de estas dos energías, las de la tierra y las del sol. Comprendí que estas fuerzas no eran más que la presencia del Padre y de la Madre que tanto había escuchado hablar.
Analizando la situación, entendí que la madre se encargaba de alimentar mi árbol de forma física y el padre otorgaba alimento espiritual. Sentí amor, calor, protección y paz. Su luz iluminaba mi árbol y esto me hizo sentir que daba flores. Sentí que las flores de mi árbol eran los gestos de amor y paz de mis sentimientos. Unido al Padre Sol y a la Madre Tierra las flores se convirtieron en frutos. Eran manzanas y adiviné que los frutos eran mis actos diarios, mis gestos sencillos amor, caridad y perdón. Continuando con este ejercicio, los frutos cayeron por sí mismos a la Tierra, dispuestos a servir de alimento a los demás seres vivos. De repente entendí que sin servicio a los demás no hay servicio al Espíritu. Después de esto, respiré profundamente y abrí los ojos…”
Al practicar el ejercicio por primera vez, me di cuenta de que había perdido la noción del tiempo. No sabía cuanto tiempo había pasado, pero observando mi entorno vi que todavía había luz. No habrían pasado más de 30 minutos, sin embargo en mi mente pasaron horas.
Tomé consciencia de la situación y me di cuenta que había conectado con algo superior a través del árbol. El árbol físico era la conexión, el puente de unión entre los mundos, el maestro que guiaba mi viaje. Esto me hizo descubrir la importancia del vínculo que debía tener si quería acceder a una vida equilibrada, sana y feliz. Si de verdad quería recorrer el “Sendero de los Sabios”, no podía actuar por mí mismo. Debía estar conectado a lo divino para ser capaz de ofrecer un servicio a los demás.
-Mi Libro de las Sombras-
-Mayo 2005-
-Mayo 2005-
Sólo cuando estamos conectados a la “Madre Tierra” y al “Padre Sol” podemos producir buenos frutos. Sólo cuando nuestra consciencia conecta puede ir más allá.
La Madre Tierra es la metáfora de la vida física, el plano físico de la forma. El Padre Sol es el espíritu, lo inmaterial, la energía abstracta antes de tomar forma.
Unidos, -el Padre y la Madre- crean el mundo que nos rodea, nos crean a nosotros y a todo el Universo. Los seres humanos somos el resultado de esta unión de energías. Tú, yo, él, nosotros, vosotros, ellos, somos el Cielo y la Tierra unidos.
Tomar consciencia de nuestra realidad multidimensional es trascender nuestra humanidad y conectar con el Espíritu. No hay mejor cosa para cualquier mago o bruja que sentirse conectado a estos planos, pues cuando recibes sus mensajes comprendes que todo es real, y recuerdas que la clave para conectar está en ti.
Sabio y Bendito Seas
El Brujo Shiva