20. El ALTAR EN LA VIDA DIARIA
La Sacralidad de la Vida
Cuando observamos el altar de la magia, nos damos cuenta enseguida de que todos los elementos, conforman un “microcosmos” donde lo sagrado confluye con nosotros. Crear el altar y consagrarlo-activarlo es el primer paso. Sin embargo, esto sólo es el principio. Hay que limpiarlo, cambiar las flores cuando se marchiten y atenderlo regularmente.
El agua del altar se cambia una vez al día para evitar que se corrompa. La sal del plato resiste mejor el paso del tiempo y se cambia una vez al mes. Las cenizas del incienso se utilizan como abono para las plantas y la cera de las velas se arroja a la basura para evitar la contaminación.
Mantener el altar en perfectas condiciones es lo más recomendable para que la energía se sienta saludable. Cuando hacemos esto participamos en el oficio de los sabios, nos vinculamos a lo divino y afirmamos que nuestra fe sigue viva.
El altar es una herramienta magnífica para lograr la trascendencia. Además de servir como soporte para practicar los rituales, también nos ayuda a sacralizar nuestra vida. En él podemos expresar nuestras necesidades más urgentes, rezar y agradecer. Cuando estamos pasando por un mal momento, podemos colocar una fotografía nuestra para recargarnos de energía y pedir la sanación. Si algún miembro de la familia está enfermo también podemos hacer esto y rezar por su bienestar. Podemos escribir en un papel una petición y dejarla sobre el Pentáculo pidiéndole al Espíritu que nos ayude. Podemos colocar las manos sobre él y sentir que las energías vitales se fusionan con las nuestras. O simplemente podemos acercarnos a él, y llorar si es el momento de hacerlo.
Algunos magos con educación religiosa sienten que el altar es “demasiado sagrado” como para usarlo a diario. Piensan que es un espacio sólopara conectarse con la Divinidad. Esto ocurre cuando en tu interior hay una brecha que separa lo sagrado y lo profano. A mí me pasó. Cuando empecé en el arte mágico me di cuenta de que mi altar se parecía más a una galería de arte, que a un lugar de encuentro entre mi consciencia y el Espíritu. Habiéndome educado en una cultura judeocristiana, sentía que el altar era sólo para ocasiones especiales. De modo que no lo usaba casi nunca. Inconscientemente sentía que no debía incluir en él mis necesidades mundanas. Pero conforme fui descubriendo las culturas antiguas, me di cuenta de que el problema estaba en mi educación.
Para nuestra cultura occidental rezar y expresar nuestra fe es algo aceptable.
Encender una vela en el altar es algo aceptable.
Poner flores en el altar es algo aceptable.
Sin embargo, comer, bailar o sentir pasión sexual es algo profano y hay que ocultarlo.
¿Pero acaso no pueden ser sagrados estos mismos conceptos?
¿Qué es lo que determina que algo sea “sagrado” o “profano”?
Según la Real Academia Española lo profano es “aquello que no es sagrado ni sirve para el culto”. Es lo irreverente, lo contrario al respeto que se debe a las cosas sagradas. Según esta definición, aquello que no es aceptable se rechaza.
Sin embargo la historia nos dice lo contrario. Analizando las culturas antiguas descubrí que los mismos conceptos, -ahora supuestamente profanos- estaban vinculados a las divinidades. La danza formaba parte de la devoción. La desnudez era sagrada y la comida también se usada como símbolo de conexión con la Divinidad. Para las culturas antiguas todo formaba parte del Espíritu. De modo que comer, bailar o sentir pasión eran elementos tan sagrados como meditar y rezar. Y lo eran precisamente porque formaban parte de la vida.
Al revisar esta información, comprendí que todo en la vida podía ser sagrado si así lo decidía. De modo que empecé a transformar mi percepción de lo sagrado y reconcilié ambos conceptos. Para hacerlo comencé a incluir peticiones que resultaran naturales (como el trabajo, la salud, el amor, la familia o el logro de objetivos prosaicos). En lugar de ver el altar como un sitio exclusivo del Espíritu, lo integré como parte de mi espíritu. El resultado de esta reconciliación fue una vida más pacífica y armoniosa.
Si te encuentras en el mismo conflicto, necesitas encontrar el punto medio y reconciliar ambos conceptos. Has de aceptar que tu altar refleja tu fe, pero también tu modo de vida. Tu corazón no puede sentirse completo si te sientes dividido. En cambio, cuando reconcilias ambos conceptos, tu altar te permite desarrollar tu vida espiritual y tu vida mundana de forma equilibrada.
Conozco a una bruja que tiene su altar en la cómoda del salón. Es madre de familia y una bruja de ciudad. En su altar se ven fotos y objetos familiares. En él desarrolla su magia combinándola con la vida diaria. Cuando surge algún problema se pone ante su altar y reza pidiendo asistencia para toda la familia. También lo usa para marcar los acontecimientos más importantes de su clan. Cuando se quedó embarazada de su última hija, trajo la primera ecografía a casa y la puso en el altar como agradecimiento al Espíritu.
¿Qué puede haber más sagrado que el nacimiento de un bebé?
Para ella, la vida y la familia son sagradas y utiliza su altar como punto de conexión con el Universo. Cuando alguno de sus hijos le trae un dibujo de la escuela, lo toma y juntos lo ponen en su altar. También lo usa para motivos “mundanos”. Cuando recibe una cantidad de dinero inesperada coloca el recibo del pago en el altar como agradecimiento al Espíritu.
¿Acaso el dinero no le sirve para alimentar y mantener a su familia?
Ella coloca el recibo sobre la sal porque la sal está asociada a la prosperidad. Cuando considera que el ciclo ha terminado, lo guarda en el cajón de las facturas y continúa con su vida familiar. Su altar cambia constantemente y refleja la evolución de su propio sendero. La relación que tiene entre su altar y la divinidad, están sostenidas en su propia consciencia, pues para ella todas las necesidades son igual de importantes.
El altar de la magia alcanza el máximo provecho cuando nos sirve como punto de apoyo en nuestra vida diaria. Está ahí para expresar nuestra fe, pero también para expresar nuestras necesidades vitales. Yo uso el altar para todas las cuestiones. Lo uso para rezar, meditar y agradecer. También para reconocer mis necesidades materiales y emocionales. Para hacerlo escribo una tarjeta con aquellos deseos que me gustaría ver realizados -como tener más conocimiento, mejorar mi conexión o encontrar algo que deseo-. Cuando lo escribo en el papel estoy manifestando de forma física mi necesidad y "sacándola de mi interior". Luego esa tarjeta la pongo sobre el Pentáculo y encima pongo una velita pequeña de té. Enciendo la vela y le pido al Espíritu que escuche mi oración.
Hacer esto que parece tan sencillo, provoca en mi interior una revolución. Remueve mis pensamientos y remueve mis emociones más profundas. Coloca mi mente frente a mi realidad y me ayuda a tomar consciencia de mis necesidades. Todos tenemos necesidades diarias y expresarlo de forma ritual nos ayuda a centrarnos en su logro. Cuando termino la devoción, toco la campana tres veces y dejó consumir la vela. Al terminar me unjo a mi mismo con Agua Florida (ver lección) y doy las gracias al Espíritu.
No hay ninguna experiencia que sea demasiado grande o pequeña como para no incluirla en el altar. Todo en la vida puede ser sagrado si así lo decides. Aprender a usar tu altar como punto de apoyo depende de ti, de tu consciencia y de tu propia concepción divina. Si todavía te sientes dividido, mira tu altar y observa a los cuatro elementos. Ellos te recuerdan que la vida se mantiene en armonía gracias a la conexión equilibrada de sus fuerzas. Mientras mantengas el equilibrio entre lo “sagrado” y lo “profano” el altar te servirá y tu vida irá bien.
RITUAL DIARIO DE EXPRESIÓN
La Manifestación de tus Necesidades
Este ritual tiene como objeto expresar las necesidades vitales. Nos ayuda a reconocer nuestra situación para tomar consciencia de nuestra realidad y dar paso a la transformación. También nos sirve como punto de conexión con el Espíritu o “Alma de la Naturaleza”, permitiendo que sus bendiciones acontezcan. Para realizarlo sigue las siguientes recomendaciones:
Tiempo adecuado: En cualquier momento.
Momento adecuado: Cuando lo sientas necesario.
Elementos Necesarios:
1 Papel
1 Bolígrafo o marcador
1 Velita de Té (de corta duración)
Procedimiento:
1. Toma el papel y dibuja en él el símbolo del Pentagrama (r). Con él estás invocando la Luz del Universo para que te asista. A continuación escribe tu nombre completo y fecha de nacimiento.
2. Seguidamente escribe lo que necesitas. No importa si tu petición es material, emocional o espiritual. Cualquier petición positiva será aceptable. A continuación escribe la fecha en la que te encuentras.
3. Pon el papel sobre el Pentáculo de tu altar.
4. Inclínate sobre el papel y sopla suavemente sobre él. Esto lo conectará contigo.
5. Encima del papel coloca una velita de té.
6. Relájate y respira profundamente.
7. Conecta con el Espíritu de la Vida y siente que tú eres su manifestación.
8. Toma una cerilla de madera y prende la vela. A continuación afirma.
Hágase la Luz en este altar
Que la Luz sea
9. Relájate y entra en un estado de ánimo positivo.
10. Coloca tus manos alrededor de la vela y siente que te conectas con lo que deseas. Visualiza que tu petición se concede y siéntete feliz con el resultado. Si necesitas expresar tu necesidad de forma verbal, pronuncia una oración que te ayude a dirigir tu petición. Por ejemplo.
Oh Gran Espíritu Universal
Padre y Madre de la Naturaleza
Ayúdame a lograr mi petición
Concédeme…. (pide lo que necesitas)
Bajo la Gracia Divina y en Armonía con Todo
Que así sea
Si para ti el Espíritu es “Madre”, puedes decir:
Oh Gran Madre que otorgas la Vida
Concédeme tu bendición
Permíteme lograr… (pide lo que necesitas)
Bajo tu Gracia Divina y en Armonía con Todo
Que así sea
Si para ti el Espíritu es “Padre”, puedes decir:
Oh Gran Padre que otorgas la Vida
Concédeme tu Bendición
Permite lograr (pide lo que necesitas)
Bajo tu Gracia Divina y en Armonía con Todo
Que así sea
11. A continuación relájate y siente que el Espíritu te ha escuchado. Toma consciencia de que su energía ya está presente en ti. Está en tu interior, en tu hogar y en todo lo que te rodea. Para afirmarlo hecho di:
Gracias oh Gran Espíritu (Padre-Madre)
Porque estás aquí, junto a mí
12. Toca la campana tres veces para marcar el final del ritual.
13. Toma ahora el Agua Florida y moja tus manos, cabeza y cuello con ella. Siente el frescor que te produce y relájate. Deja consumir la vela hasta el final.
El ritual ha terminado.
Nota: cuando practicamos un ritual como este estamos reconociendo nuestra humanidad. También estamos abriendo la puerta de la transformación permitiendo que el cambio en nuestra vida se produzca. Hacer algo así puede remover energías y liberar nuestra mente de las limitaciones autoimpuestas. Parece una tontería, pero no lo es. Al inconsciente le encanta comunicarse con símbolos y gestos rituales. De hecho es la mejor forma de comunicación que tiene para comunicarse.
¿Por qué no lo intentas?
Sabio y Bendito Seas