4. ¿PORQUÉ FUNCIONA LA MAGIA?
Las Leyes Sutiles del Universo
La magia funciona porque el mago utiliza las leyes sutiles que gobiernan el Universo. Estas leyes, (también llamadas “principios” o “fundamentos”) son los pilares que sostienen el poder invisible de la Naturaleza permitiendo que la magia se produzca. Y así, cuando un mago practica la magia, lo que está haciendo en realidad es utilizar estos principios para lograr sus objetivos.
Cuando el mago está bien preparado utiliza sus propias fuerzas energéticas (que varían de acuerdo a su preparación, pensamiento y estado anímico) y las combina con las energías sutiles que se alinean a su propio poder en beneficio del acto mágico. De este modo, el poder interior y exterior se unifican en su consciencia y el cambio se produce.
Aunque algunas obras literarias han definido la magia como algo “antinatural” o “contra natura”, lo cierto es que la magia es totalmente natural. Funciona gracias a las leyes universales y forma parte del entramado energético de la Naturaleza. Cuando la magia produce resultados asombrosos, no rompe las leyes naturales. Cuando aparenta hacerlo es porque está obedeciendo leyes que el observador no ha conocido todavía. Conocer, comprender y aplicar las Leyes Sutiles forma parte del entrenamiento teórico de cualquier mago, ya que gracias a ellas puede practicar la magia.
Las Leyes Sutiles nos han sido transmitidas a lo largo de los siglos a través de los sabios y místicos de todos los tiempos -que supieron observar la Naturaleza y experimentar con ella-. Estas leyes nos ayudan a entender cómo funciona el Universo a nivel invisible y nos permiten comprender el poder mágico. Aunque algunas de estas leyes ya se han podido demostrar científicamente, otras siguen ocultas en la sombra. La tradición ocultista de Oriente y Occidente nos ha enseñado que existen dos leyes básicas bajo las cuales actúa la magia. Estas leyes o principios son:
La “Ley de Semejanza” y la “Ley de la Contigüidad”.
La Ley de Semejanza nos explica que “lo similar atrae a lo similar”, y la Ley de Contigüidad nos indica que “una parte influye en el todo”. Estos principios nos enseñan que la magia actúa a distancia a través de un “fluido misterioso” que lo conecta todo. De modo que a través de la magia y de acuerdo a estas leyes, podemos influir en el curso de los acontecimientos, así como en las personas.
¿Pero cómo funcionan estas leyes?
¿Es cierto que producen resultados?
¿Cómo es posible influenciar a una persona o circunstancia en la distancia?
¿Acaso son leyes tan poderosas y efectivas?
Para entender las Leyes Sutiles necesitamos dejar por un momento las enseñanzas físicas conocidas y ver el mundo con los ojos del espíritu.
Si hacemos un repaso a la historia antigua comprobaremos que las fórmulas mágicas fueron practicadas de acuerdo a estas leyes. Los magos egipcios, griegos, romanos, persas, babilónicos, asirios, y antes que ellos los neandertales, usaron la magia con éxito de acuerdo a sus principios. Y así, tanto la “Ley de Semejanza” como la “Ley de Contigüidad" estaban presentes en su magia, que actuaba de acuerdo a su poder.
Pero veamos qué son estas leyes y cómo funcionan:
-LEY DE SEMEJANZA. “Lo semejante atrae a lo similar o semejante”. Esta ley sostiene que aquello que imitamos lo atraemos hacia nosotros. De acuerdo a este principio si queremos lograr algo, sólo tenemos que imitarlo para que el resultado se produzca. Imitarlo no sólo significa emularlo exteriormente, sino energéticamente. Según esta ley, todo aquello que se parece a nivel energético, tiende a juntarse o a unirse, sin importa si es algo físico, emocional o espiritual. Y así, cualquier energía o vibración con frecuencias similares tiende a unirse por el principio de similitud o la semejanza que tienen entre sí. En este sentido la Ley de Semejanza actúa como un imán que responde a nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Esta ley abarca tanto las energías físicas del Universo, como las vibraciones mentales que producimos con nuestros pensamientos y emociones. De modo que atraemos a nuestra vida aquello que estamos imitando, ya sea consciente o inconscientemente.
En términos sencillos la Ley de Semejanza nos enseña que “la guerra llama a la guerra”, “el dinero llama al dinero”, y “el amor llama al amor”. También nos explica que si queremos lograr algo debemos “imitarlo energéticamente” para que el resultado se produzca. Esto significa que debemos emularlo desde nuestro interior a través de nuestra consciencia. Cuando así lo hacemos, nuestros pensamientos y sentimientos se alinean de acuerdo a nuestro deseo y nuestro cuerpo genera una energía magnética que atrae lo que deseamos.
Semejanza significa “similitud” o “cercanía” y como podemos comprobar al observar la Naturaleza, todo aquello que vibra a una frecuencia similar se junta. En la actualidad esta ley es conocida como “La Ley de la Atracción”, y aunque este principio se ha dado a conocer en los últimos años gracias a las recientes obras de Rhonda Byrne (autora de “El Secreto”, Ediciones Urano), lo cierto es que esta ley es antiquísima, y ya la usaban los sabios de la antigüedad.
La Ley de Semejanza ha sido usada en todas las culturas primitivas como mecanismo mágico para lograr objetivos. Las expresiones artísticas primitivas así lo atestiguan. Si observamos con detenimiento las pinturas prehistóricas, comprobaremos que el ser humano tenía la costumbre de recubrirse con pieles de animales y adornarse con tocados de cuernos para invocar a los espíritus del bosque y favorecer la caza. Así, y por medio de un acto ritual de imitación (semejanza-semejante), el chamán de la tribu conjuraba la victoria sobre su presa asegurando la supervivencia de la tribu. Las pinturas rupestres de Lascaux, (Dordoña, Francia) y otras como las de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria, España) reflejan este vínculo con la Naturaleza y nos muestran el uso de la magia mediante la Ley de Semejanza (imitación).
En todas las partes del mundo podemos encontrar reflejos de esta ley imitativa. La comunidad mágica piensa que la Ley de Semejanza es la primera ley de la magia debido a su antigüedad y sencillez. Cuando el hombre primitivo observó la Naturaleza, trató de imitarla para adaptarse al medio y sobrevivir. Esta imitación le permitió subsistir en un medio hostil que le amenazaba y le ayudó a evolucionar.
El prehistoriador Henri Breuil propuso esta teoría al observar las pinturas rupestres donde se representaban las escenas de caza. Otros investigadores como David Lewis-William afirmaron que las pinturas fueron realizadas por los chamanes de la tribu para experimentar trances rituales. Si observamos las pinturas de los Indios Pueblos (Utah, Arizona) veremos las representaciones rituales del chamán adornado con cuernos y emulando esta idea. Estas pinturas, datadas en 7.000 años, son un ejemplo de cómo se utilizó la emulación ritual en todas las culturas y pueblos. Imitar lo que deseamos es un gesto natural y espontáneo que realizamos los seres humanos para lograr objetivos.
¿Pero de donde viene la idea?
Cuando el ser humano tomó consciencia de sí mismo comenzó a observar su entorno y a relacionar acontecimientos. Gracias a la capacidad humana, empezó a vincular experiencias y a relacionarlas entre sí. A través de la observación descubrió que las leyes naturales se podían cuantificar y medir observando los resultados obtenidos. La consciencia humana tiene el poder de vincular sucesos y causas a través de la asociación. A través de nuestros sentidos físicos captamos lo que sucede en el mundo exterior y nuestra mente es capaz de vincular los efectos con las causas. Y así, los procesos mentales de unión e imitación se producen de forma natural.
Los científicos más modernos han descubierto que los seres humanos tendemos a imitar lo que vemos debido a las “neuronas espejo”. Estas neuronas se activan en nuestro cerebro cuando vemos a una persona o la imagen que la representa. De modo que para el cerebro humano “ver a la persona amada” o una “imagen de la misma” produce el mismo efecto, y es por esto que podemos aplicar la Ley de Semejanza para mejorar nuestras vidas.
Cuando analizamos la historia antigua nos encontramos con numerosos ejemplos de la ley de imitación. En las tribus americanas y australianas vemos que los chamanes practican la famosa “danza de la lluvia” salpicando agua a las direcciones cardinales esperando que la lluvia se produzca. Así, en este caso y por el acto ritual de “salpicar agua haciéndola caer desde el cielo”, el chaman imita (asemeja) la acción de la lluvia para que ésta se produzca.
La Ley de Semejanza sigue el principio de imitación, emulación y analogía. Aunque en algunos casos resulta difícil identificarla, lo cierto es que la historia está llena de imágenes y símbolos que la revelan. Está presente en la mayoría de los sistemas mágicos conocidos a lo largo del tiempo y del espacio, y podemos encontrarla tanto en las pinturas rupestres como en templos religiosos más conocidos. En los grabados egipcios del templo de Ramsés II, y Tutmosis III podemos ver la figura del Faraón atando a sus enemigos y dominándolos con su poder. Esta imagen representa el poder estatal del Faraón y refleja el respeto que debía de darse al gobernador actual del pueblo. Así, la imagen simboliza aquello que desea el faraón reproduciendo un efecto de poder mágico-psicológico a través de la similitud-semejanza. Otro ejemplo gráfico de esta ley lo podemos encontrar en las sandalias de Tutankamón, donde vemos en sus suelas los dibujos de sus enemigos, de modo que cada vez que el faraón caminaba, “pisoteaba el poder de sus enemigos”.
Otro sistema que aplica la Ley de Semejanza es el que utiliza las imágenes, fotografías y representaciones gráficas para lograr objetivos. El sistema mágico más conocido es el de las famosas y mal llamadas “muñecas vudú”. Este sistema consiste en realizar una figura o imagen de la persona a influenciar y ejercer sobre ella la influencia esperada. Así, y de acuerdo al principio de imitación-semejanza, aquello que se ejerce sobre la imagen, actúa sobre la persona que la representa. El sistema del muñeco es el más conocido por los practicantes de la magia popular en occidente, pero los descubrimientos arqueológicos han demostrado que ya se practicada hace miles de años. La famosa figurilla de arcilla llamada Ptolemais, es un buen ejemplo. Si observamos esta figurilla (ver imagen) comprobaremos que la imagen evoca a una mujer de rodillas con trece puntas clavadas en los órganos vitales. Se piensa que esta imagen fue usada para embrujar a una dama de la antigüedad. Todavía se conserva en el museo del Louvre (París, Francia) y viene a ser un ejemplo gráfico y arqueológico sobre cómo se aplicaba la Ley de Semejanza en el mundo antiguo.
Aunque parezca que la Ley de Semejanza es usada sólo para el mal, lo cierto es que también funciona para el bien. A través del principio de imitación podemos usar la magia para transformarnos a nosotros mismos, sanar a los enfermos, protegernos del mal, propiciar los negocios, bendecir nuestro hogar y atraer la armonía. También podemos usar su poder para mejorar nuestra vida y bendecir a los demás.
La Ley de Semejanza es una ley de imitación y tenerla en cuenta marca el comienzo de cualquier transformación mágica. No sólo está presente en la magia sino también en artes adivinatorias. Es la base de la Quiromancia, el Tarot, la interpretación de sueños, la lectura de las cenizas o los posos del café. Las imágenes o dibujos que aparecen en los Oráculos son interpretados de acuerdo a la “similitud”, “semejanza” o “parecido” con su significado vital y es por esto que funciona.
La Ley de Semejanza sigue utilizándose hoy en día tanto por los magos contemporáneos, como por los deportistas de élite y los psicólogos más avanzados. Es una ley de gran poder transformador y puede ayudarnos a dar un salto cualitativo en nuestra vida.
Si deseamos lograr un objetivo usando la Ley de Semejanza, podemos usar una imagen nuestra y rodearla con aquellos objetos o símbolos que representen nuestra victoria. Así, y siguiendo con la ley de similitud, cada vez que miremos esta imagen, estaremos atrayendo hacia nosotros lo que deseamos y tendremos mayores posibilidades de éxito. Aunque parezca una ley “no lógica”, lo cierto es que este principio es efectivo cuando se sabe aplicar. Nosotros, en nuestro viaje transformador vamos a usar su poder para lograr la victoria y aplicaremos las técnicas que nos ayuden a lograr resultados de forma práctica y segura.
-LEY DE CONTIGÜIDAD. “Una parte influye en el Todo”. Esta ley sostiene que aquello que una vez estuvo unido, sigue ejerciendo influencia sobre su origen -o emanando su energía-, aunque haya sido separado físicamente en el tiempo y el espacio. De acuerdo a este principio un mago puede ejercer influencia sobre una persona a través de “una parte” que haya pertenecido a la persona, como por ejemplo su cabello o las uñas. De modo que la magia realizada sobre “la parte” actuará sobre “el todo”.
Siguiendo con el ejemplo de la “muñeca vudú” la Ley de Contigüidad nos enseña que para ser efectiva, ésta ha de incluir un elemento perteneciente a la persona. Así, la muñeca no sólo representará la imagen del sujeto (Ley de Semejanza), sino que vendrá a ser una representación del todo (Ley de Contigüidad). Por esta razón las brujas y los magos recomiendan desechar tanto el pelo como las uñas y evitar dejarlos al alcance de otros, para evitar que sean usados a través de actos mágicos “no autorizados”.
La Ley de Contigüidad nos enseña que “la conexión” o “contigüidad” se establece por una especie de cordón invisible que conecta la parte y el todo. Contigüidad significa “cercanía”, “conexión” o “afinidad”, de modo que cuando el mago desea usar esta ley, necesita encontrar una parte del todo para poder ejercer su influencia.
Todo lo que ha estado unido, contiene la misma energía. Los seres humanos podemos ejercer una influencia en “el todo” a través de “la parte”. Una parte influye en todo. Todo influye en la parte. A través de nuestra consciencia y asociación de ideas, podemos ejercer la magia usando esta ley. Si todo está unido, al mago le basta tomar una parte de lo que desea influenciar para lograrlo.
La tradición mágica ha descubierto que la contigüidad del sujeto no sólo está ligada a los objetos naturales procedentes de la persona (como el pelo, las uñas, los excrementos o los fluidos corporales), sino que se extiende a cualquier elemento que lleve su energía o esté vinculado estrechamente a ella. Así, una prenda de ropa que haya estado íntimamente conectada, un anillo o un objeto personal, servirán de “conexión” y podrán ser usados como representación de su persona. El nombre verdadero y la fecha de nacimiento también entran dentro de este principio y son usados para afinar la contigüidad de la persona en el acto mágico. La tradición mágica ha comprobado que cuantos más elementos contiguos se incorporen en el acto, mayor será la influencia sobre el sujeto y por lo tanto mayores serán los resultados.
La Ley de la Contigüidad no sólo funciona sobre los sujetos o personas a influenciar. También se aplica a las Fuerzas de la Naturaleza con el objetivo de atraer y utilizar su poder. De este modo si recogemos agua de un torrente natural y la llevamos a casa para practicar un acto mágico, cuando lo estemos practicando, estaremos usando “todo” el poder de ese torrente. Aunque sólo tengamos un vaso de agua presente en nuestra magia, por el principio de contigüidad, el poder de “todo el torrente” estará presente “por la parte”. Si tomamos la rama de un árbol fuerte y sano y la utilizamos para practicar la magia de la sanación, ésa rama (la parte) tendrá todo el poder del árbol completo (el todo) en el acto mágico. Si cogemos un puñado de tierra de tres campos fértiles y sobre ella ponemos monedas, dinero o una imagen de lo que deseamos atraer a nuestra vida, estaremos usando este principio de contigüidad para que la tierra fértil de ese campo, produzca frutos en nuestra economía. Por el principio de conexión (y en este caso también con el Principio de Semejanza -las monedas-), estaremos provocando un vínculo con la tierra fértil y mejoraremos nuestras finanzas.
Siguiendo con esta ley, los magos podemos usar cualquier fuerza de la Naturaleza para construir una magia bella y exitosa. La Ley de Contigüidad nos enseña que todas las cosas, fuerzas, circunstancias y personas, están conectadas por una especie de cordón invisible a pesar de su separación física. Y aquella parte que fue separada, sigue teniendo conexión con el todo y aportando su influencia.
La Ley de Contigüidad también está presente en la magia apotropaica, que busca la protección y la defensa contra el mal. Los amuletos de origen animal, vegetal o mineral siguen este principio de conexión e influencia. Si por ejemplo encontramos un colmillo de jabalí, lo recogemos y lo llevamos encima como amuleto de defensa, este colmillo actuará como amuleto protector, ya que por Ley de contigüidad, su presencia estará ofreciéndonos toda la energía, fuerza y poder del jabalí. Aunque el animal ya no esté vivo o haya muerto hace años, por el principio de contigüidad, su colmillo seguirá ejerciendo un acto de protección sobre nosotros y nos defenderá de nuestros enemigos. Los amuletos de origen animal han sido usados en todas las culturas y pueblos dado que “la parte influye en el todo o emana su energía”.
Si analizamos el arte mágico en profundidad, comprobaremos que la Ley de la Contigüidad también está presente en las artes adivinatorias y es la base de la Psicometría o arte de adivinar a través de los objetos personales. Cuando tomamos un objeto de segunda mano y sentimos que tiene “algo extraño”, estamos sintiendo la energía de su dueño por el principio de contigüidad. Al conectar con el objeto nuestra consciencia conecta con su poder y sentimos que todavía lleva impregnada una energía sutil. Y esta energía es la que se utiliza tanto para la adivinación como para la práctica mágica.
La Ley de Semejanza nos enseña a imitar lo que deseamos lograr.
La Ley de la Contigüidad nos enseña a usar la conexión entre las partes.
Por semejanza imitamos lo que deseamos lograr.
Por contigüidad lo conectamos.
Imitación y conexiónson las palabras clave que resumen estas leyes sutiles que rigen la magia natural. Teniendo en cuenta que estas leyes son “Leyes Sutiles”, pasan desapercibidas a nuestros ojos. Sin embargo cuando practicamos la magia y los resultados llegan sentimos asombro y maravilla.
La magia no es anti natural, simplemente usa leyes no conocidas por la mayoría de las personas. Detrás de su mecanismo se encuentran estas leyes que la hacen funcionar. A través de estas páginas vamos a practicar todo tipo de rituales, fórmulas, hechizos y trabajos mágicos para que nuestra vida mejore. Y será mediante estas leyes que activaremos el poder mágico.
Sabio y Bendito Seas

